Los comienzos del asentamiento

Indefectiblemente, hablar de los orígenes de Punta Alta nos lleva a hablar de la creación del Puerto Militar, (hoy Base Naval Puerto Belgrano), cuyas obras comenzaron en 1898. La decisión del gobierno nacional de construir un puerto militar en la bahía Blanca se tomó a partir de ciertas concepciones geopolíticas imperantes a fines del siglo XIX que ponían especial acento en la importancia del poder naval para el desarrollo de las naciones con importantes litorales marítimos. Argentina, como el resto del mundo se avino a esta idea, propiciada por su extensa costa atlántica. Además había en esa época otro factor de peso para impulsar el desarrollo de la capacidad de la marina de guerra: el peligro inminente de un enfrentamiento armado con Chile debido a cuestiones relacionadas con el trazado de los límites fronterizos.

Punta Alta a principios del siglo XX. A la derecha, se ve parte de instalaciones ferrviarias correspondientes al Ferrocarril Sud (Estaciòn Punta Alta). En el fondo, las primeras casas sobre Progreso y Transvaal.

Así, a partir de 1897 comenzaron los trabajos preliminares de la obra, bajo la dirección del ingeniero italiano Luigi Luiggi.  Con motivo de estos trabajos llegaron a la zona de Punta Alta un importantísimo contingente de personas, en su mayoría inmigrantes, atraídos por la posibilidad de trabajo.  Hasta 1900 arribarían y se instalarían en las inmediaciones del Puerto Militar alrededor de 2800 obreros, dando vida a un pequeño núcleo poblacional, cerca de la estación de ferrocarril, habilitada en septiembre de 1898.

Los obreros, hasta ese entonces, vivían en un campamento ubicado en Arroyo Pareja, ya que esta zona, gracias a un pequeño muelle existente, era apta para la comunicación por mar, la única posible antes de la llegada del tren.

Sin embargo, Luiggi había previsto que un tren conectara Bahía Blanca con los obradores y con la zona de Baterías. La compañía inglesa Ferrocarril del Sud rápidamente extendió sus vías desde Grümbein hasta el lugar de emplazamiento de los cañones de defensa. El ferrocarril era el medio más rápido y eficaz para sortear el difícil terreno lleno de dunas, salitrales y cangrejales y ponía en contacto a esta zona con el resto del país a través de la amplia red ferroviaria[1].

Por ello, cuando tuvieron oportunidad, los obreros se desplazaron lo más cerca posible de la estación y las vías del ferrocarril[2]. Esa fue la causa por las que las viviendas se ubicaban a la vera de dos calles, una paralela a las vías, y la otra perpendicular a ésta: Progreso y Transvaal (hoy Colón y Bernardo de Irigoyen)[3].

La población adoptó  el nombre de la estación de tren, es decir, Punta Alta[4], pese a que Luiggi la había intentado bautizarla Uriburía.

Pueblo anárquico se lo llamaba, ya que cada cual edificaba su vivienda donde creía más conveniente, o donde el agua potable no costara mucho extraerla, puesto que el terreno estaba a disposición de todos. Sin embargo, pronto se presentaron grandes conflictos en torno a la posesión de las tierras.

Especulación, expropiación  y litigio

Si bien puede decirse que la especulación de la tierra pública está muy relacionada a la historia económica argentina, probablemente en muy pocos lugares se produjo un fenómeno como el que se dio en las zonas aledañas al Puerto Militar. En efecto, las arenosas tierras, marismas y cangrejales y que hasta hace muy poco tenían escasísimo valor, fueron aumentando su precio vertiginosamente a medida que avanzaban las obras y el complejo portuario se volvía una realidad.

Estas tierras, desde tiempos inmemoriales, fueron muy poco frecuentadas por los aborígenes, quienes se asentaron fuera de la línea costera. Desde mediados del siglo XIX, tuvieron dueños legales. Fueron los grupos de militares que sirvieron en la Fortaleza Protectora Argentina (actual ciudad de Bahía blanca) y contribuyeron defenderla de grupos indígenas hostiles.

Uno de ellos fue Manuel Leyba (según la grafía de la época) y su esposa, Felipa Araque. Leyba, militar destinado hacia 1839 en el Fortín Colorado, posteriormente pasó a revistar en la Fortaleza Protectora Argentina con el grado de teniente coronel graduado, donde cumplió funciones de “Comandante Interino”, en 1852. Al finalizar sus servicios, Leyba pidió la baja y tomó posesión de un campo para comenzar a desempeñar tareas rurales. Sus tierras fueron  conocidas con el nombre de “el jagüel de Leyba”, debido a los jagüeles o aguadas que poseían. Doña Felipa, al enviudar, decidió instalar una pulpería y en 1867 vendió sus campos (con una superficie de más de 2300 hectáreas) a Luis Bártoli, de Buenos Aires[5].

Punta Alta en 1905.

Asimismo, las parcialidades aborígenes de Ancalao y Linares, en su condición de “indios amigos”, fueron recompensadas con tierras en la zona Punta Alta. Cuando ambos grupos  a principios de la década de 1880 fueron erradicados del ejido bahiense, alegando razones de salubridad dado el brote de tifus desatado por ese tiempo, se radicaron en  la zona conocida como Punta Alta. Los Ancalao se establecieron, entonces, en los campos próximos a lo que hoy es Ciudad Atlántida y Arroyo Pareja, en una “suerte de estancia” que le había sido otorgada a Francisco Ancalao en octubre de 1866. Los Linares hicieron lo propio en los parajes próximos a las actuales baterías de defensa. Allí permanecieron hasta que comenzaron las obras de construcción del Puerto Militar, cuando fueron desalojados sin reparos.

Hacia 1899 el gobierno nacional  expropió las tierras, dividió  los terrenos  bajo jurisdicción federal y provincial  y delimitó el perímetro de la zona militar. Pero fuera de esa área, más precisamente en las tierras donde se había levantado el pueblo de Punta Alta  se originó una cuestión, ya que dichas tierras pertenecían a privados e incluso no estaba claro quiénes eran los legítimos propietarios.  Con el fin de evitar conflictos y posibles desalojos, los legisladores provinciales Mariano J. Machado y Palacios presentaron, en agosto de 1901, un proyecto de ley a la legislatura por el cual se autorizaba al ejecutivo bonaerense a expropiar también los terrenos en los que estaba edificado el pueblo. Específicamente estipulaba la expropiación de 200 hectáreas, siendo su intención entregarlos a sus ocupantes al precio que le costase al gobierno. Aprobado este proyecto en diputados, fue defendido por el senador Tomás López Cabanillas en la cámara respectiva y convertido en ley en el mes de junio de 1902.Pero la operación estaba llena de obstáculos por lo que la provincia traspasó a la municipalidad de Bahía Blanca los derechos para realizar tal expropiación.

Más o menos para la misma época en que se sancionaba la citada ley, se presentaron en Punta Alta los señores Tomás Santa Coloma y Ramírez, para proceder a la venta de los terrenos donde se asentaba el pueblo. Lo hacían en calidad de apoderados del señor Miguel de la Barra, residente en la Capital Federal, quien afirmaba ser el propietario de las tierras. El hecho, claro está, causó preocupación entre los vecinos, ya que no sabían si entender con estos apoderados o aguardar a que el gobierno provincial o municipal realice la expropiación. Para complicar más la situación, los vecinos también tomaron conocimiento que la señora Josefa Díaz viuda de Bártoli afirmaba ser la legítima dueña de los campos y había iniciado un juicio a Miguel de la Barra para definir ante la justicia la cuestión. Esta señora, también domiciliada en la Capital Federal, según se sabe a través de la prensa local de la época, era la curadora de su hijo Roque Valerio Bártoli, a quien la justicia había declarado incapaz por su estado de demencia. Alegando justamente la incapacidad de su hijo, buscaba que sea rescindida la venta de las tierras realizada al señor de la Barra.

Aviso de Francisco Nocito en el periódico El Comercio, Bahía Blanca, 14 de junio de 1904.

La cuestión pareció quedar en suspenso, hasta que en 1904 se reinstaló el tema y volvió la intranquilidad al pueblo. En la edición del 18 de mayo de 1904 del diario bahiense El Comercio se leía:

“En la sesión de anteayer resolvió la municipalidad no aceptar la delegación propuesta por el gobierno provincial para llevar a cabo la expropiación de los terrenos de Punta Alta alegando como fundamento el estado del erario municipal, que no permite hacer frente a una operación de tal magnitud. De lamentar es, desde luego, que el proyecto de expropiación haya dormido larguísimo tiempo en la carpeta de la comisión de tierras mereciendo de ésta una indiferencia absoluta […]”.

En efecto, el 16 de mayo de 1904 la comuna bahiense se expidió rechazando la cesión provincial alegando que no estaba en condiciones financieras para hacer frente a una erogación de tal magnitud. En el pueblo se esperaba entonces que el gobierno provincial se haga cargo de la expropiación, pero a los pocos días más noticias agitaron el ambiente. A principios de junio llegaba a su término el juicio seguido por la señora Josefa Díaz viuda de Bártoli contra Miguel de la Barra sobre los terrenos de Punta Alta, en el que la justicia le concedió definitivamente la propiedad de los mismos[6]. Seguidamente la viuda de Bártoli le otorgó un poder a Francisco Nocito para arreglar la venta de las parcelas a los vecinos.

Precios y condiciones de venta

Como apoderado de la viuda de Bártoli, el señor Francisco Nocito se ocupó inmediatamente de la venta de los terrenos. Habilitó en  una vivienda de la calle Transvaal una oficina para tal fin, además de la suya propia, ubicada en la calle O`Higgins 55, de Bahía Blanca. Nocito afirmaba en la prensa local que los terrenos se vendían “bajo precios moderados y hasta beneficiosos” para los ocupantes y explicaba además, algunas cláusulas o condiciones de venta que demostraban “la buena voluntad de la propietaria”.

Dichas cláusulas establecían que, por ejemplo:

– no se cobraba suma alguna en concepto de alquiler por los años transcurridos de ocupación de los terrenos

– se entregaban los terrenos con el debido amojonamiento del lote respectivo, realizado por el agrimensor Leone

– se otorgaba un plazo para pagar, bajo el interés que cobraban los bancos a la fecha

– se reservaban los terrenos para plaza, escuelas y oficinas públicas, y se reconocía la propiedad del terreno que ocupaba la iglesia, en ese momento en construcción[7]

Las distintas categorías de manzanas según el costo de los lotes. Esquema del plano original de 1906 propuesto por Nocito.

Con respecto a los precios establecidos por la viuda de Bártoli, se fijaron diferentes categorías, de acuerdo a la ubicación de las manzanas, siendo más caros aquellos terrenos que se  hallaban más próximos a la avenida Progreso y a la estación de ferrocarril. Las categorías eran las siguientes:

– Categoría 1: manzanas 23, 24, 25, 26, 35 y 36, a 0,50 centavos por m2

-Categoría 2: manzanas 13, 22, 27, 34 y 38, a 0,40 centavos por m2

– Categoría 3: 38 y 39 a 0,35 centavos por m2

– Categoría 4: manzanas 12, 47 y 48 a 0,30 centavos por m2

– Categoría 5: comprendía quince manzanas a 0,25 centavos por m2

– Categoría 6: el resto de la planta urbana a 0,20 centavos y los terrenos de quintas a 0,03 centavos por m2

A través de un aviso en la prensa local, publicado en sucesivas ediciones, Nocito informaba  al vecindario de Punta Alta que el plazo establecido para presentarse como ocupantes de los terrenos y regularizar su situación era el día 30 de junio y, en el caso que no concurriesen, renunciaban a la posibilidad de adquirir  en compra los terrenos ocupados. El aviso ciertamente parecía una intimación y pronto el vecindario de Punta Alta alzó su voz en rechazo a las condiciones y exigencias de la propietaria.

La comisión pro terrenos de Punta Alta

El día 15 de junio de 1904 quedó constituida en el pueblo la Comisión Pro Terrenos de Punta Alta,  integrada por los siguientes vecinos:

Presidente: Luciano García

Vice: J.V.Mendizábal

Secretario: Cándido Meléndez

Pro secretario: A. Malerba

Tesorero: Antonio Garófolo

Pro secretario: A. Carubelli

Vocales: Sandalio Carminatti, M. Currico, Juan Cañori, Daniel Menéndez, Juan Cortelazo, Manuel Carmona, César Berti, T. Figares, Pedro J. Barrios y José Fioritti

Dicha comisión se encargó de gestionar ante el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Dr. Marcelino Ugarte, para ponerlo al tanto de los acontecimientos y solicitarle aplique la ley de expropiación, toda vez que el municipio de Bahía Blanca había rechazado entender en el asunto. En una extensa carta, firmada por más de 180 vecinos, explicaron detalladamente al gobernador cómo se fueron dando los hechos, desde el origen mismo del pueblo, la expropiación por parte del gobierno nacional y la posterior sanción de la ley provincial de expropiación. También explicaban cómo y cuándo se produjo la transferencia de la ley a la municipalidad de Bahía Blanca y su posterior rechazo, hecho que vino a coincidir con la aparición en escena del señor Francisco Nocito, en calidad de apoderado de la viuda de Bártoli, para proceder a la venta de los terrenos, pero con pretensiones tan desmedidas que obligaron a una gran cantidad de vecinos a organizarse y peticionar a la autoridad provincial. Solicitaban que el gobernador aplique la ley de expropiación, caso contrario no tendrían otra alternativa que abandonar las tierras, y disolver así el centro poblado, constituido por ese entonces por más de 2000 habitantes[8].

En las páginas del diario bahiense El Comercio por aquellos días también comenzaron a publicarse notas firmadas por un tal “Karma”, quien defendía la postura asumida por la comisión pro terrenos de Punta Alta, denunciando a su vez el abandono y el desinterés manifiesto por las autoridades comunales  como también las desmedidas pretensiones de la propietaria. Según “Karma” la expropiación por parte del gobierno provincial era la mejor y  más justa solución a la cuestión. Son varios y extensos artículos por lo que nos limitaremos a trascribir algunos pasajes. Decía en una de sus notas:

“[…] Aunque la ley de expropiación fija el límite máximo de 200 hectáreas, esto no implica que deba expropiarse esa cantidad sino la parte de posesión efectiva, con construcciones fijas, que no alcanza a 45 hectáreas. Ese podría ser el límite justo y prudencial a ser expropiado”. Más adelante afirmaba que la parte expropiada por el gobierno nacional había sido tasada entre $80 y $100 por hectárea, y que el valor de la hectárea en Punta Alta debía rondar en  $250, o 0,12 centavos por m2. En consecuencia, los $5000, $3000, $2500, $2000, $1000 y $300 por hectárea que exigía la viuda de Bártoli eran “precios desconocidos hasta hoy en estas regiones, por campos que resultan verdaderos eriales  y que si algún mérito hoy tienen, lo deben a los propios ocupantes”[9]

Postal coloreada de una vista panorámica de Punta Alta tomada desde los médanos en 1907 por el fotógrafo Alfredo Martín.

En otro artículo “Karma” insistía en que los precios de venta eran excesivos y la división en seis categorías no respondía a un criterio equitativo. Por tanto, eran más que justificadas las resistencias opuestas por la mayoría de los pobladores, quienes eran, en definitiva, la parte más pobre del vecindario, que había invertido peso a peso para construir sus viviendas. A su vez, sostenía la conveniencia de esperar el cumplimiento de la ley de expropiación, sin dejarse amedrentar por las presiones de la propietaria, ya que ésta se hallaba inhibida de proceder judicialmente al desalojo de los ocupantes por la existencia misma de la ley.[10]

Lamentablemente las gestiones de la Comisión Pro terrenos de Punta Alta no tuvieron éxito y al poco tiempo, más exactamente el 25 de julio de 1904, el gobernador Ugarte derogó la ley de expropiación. Debieron entonces acordar la compra con la propietaria de las tierras y su apoderado, el señor Nocito. Desconocemos si hubo una renegociación entre las partes en conflicto o se pudo llegar a un acuerdo que resultase más beneficioso para los pobladores, posiblemente no, puesto que no hay indicios en las fuentes documentales de la época.

Más allá de eso, aquellos hechos ocurridos en los primeros años de vida del pueblo, bastante desconocidos para muchos de nosotros, nos reflejan la tenacidad y el espíritu de lucha que asumieron los puntaltenses de la primera hora.

También muestra una asombrosa capacidad de organización y autogestión: en los terrenos ocupados, no se asentaron las casillas de cualquier modo, sino que respetaron la cuadrícula, la apertura de calles rectas y las manzanas de cien metros de lado, dispuestas siguiendo el  eje que determinaba la estación de trenes y las vías del Ferrocarril del Sud.

Por Prof. Fernanda Martel.

Fuentes:

  • Brondolo Margarita y Bazán, Sandra: Geografía de Punta Alta y Partido de Coronel Rosales : el espacio geográfico: potencialidades y restricciones, Bahía Blanca, Universdidad Nacional del Sur, 2000
  • Cernadas de Bulnes, Mabel: Autonomía. La Autonomía Comunal de Punta Alta, Municipalidad de Coronel Rosales, 1995.
  • Chalier, Gustavo: “Ferrocarril Sud. Eje generador de la ciudad de Punta Alta”, en El Archivo, Publicación del Archivo Histórico Municipal de Punta Alta, Año III, Número 7, Punta Alta, julio de 2003.
  • Chalier, Gustavo: La Punta de la historia (Punta Alta y su historia), Cuaderno Nº 1 de la Colección Cuadernos de historias del sur Bonaerense, Bahía Blanca, Ediuns, 2010
  • Crespi Valls, Antonio et al.: Gran Álbum de Punta Alta. 1898-1941, Punta Alta, ed. Sureña, 1941.
  • El Comercio, Bahía Blanca, mayo-junio de 1904.
  • “Informe sobre los orígenes y desarrollo del casco histórico de la ciudad de Punta Alta”, en Web page del Archivo Histórico Municipal de Punta Alta.
  • “Los pioneros”, en Web page del Archivo Histórico Municipal de Punta Alta.
  • Punta Alta Ayer y Hoy, Álbum Revista editado con motivo del 33 º aniversario de la fundación de Punta Alta 1898-1931, Punta Alta, s/ed., 1931.

Notas:

[1] Chalier, Gustavo: La Punta de la historia (Punta Alta y su historia), Cuaderno Nº 1 de la Colección Cuadernos de historias del sur Bonaerense,  Bahía Blanca, Ediuns, 2010

[2] Chalier, Gustavo: “Ferrocarril Sud. Eje generador de la ciudad de Punta Alta”, en El Archivo, Publicación del Archivo Histórico Municipal de Punta Alta, Año III, Número 7, Punta Alta, julio de 2003,

[3] “Informe sobre los orígenes y desarrollo del casco histórico de la ciudad de Punta Alta”, en en Web page del Archivo Histórico Municipal.

[4] Este nombre proviene de un accidente geográfico ubicado en la línea de costa: una punta (lengua de tierra que se adentra en el mar), con una barranca de piedra perpendicular al mar, de unos dos metros de alto y un médano de unos 20 mts de altura que le confería el apelativo de “alta”. Esta punta era muy visible desde el mar y servía como referencia a los marinos que navegaban la ría de la bahía Blanca a principios del siglo XIX.

[5] “Los pioneros”, en Web page del Archivo Histórico Municipal.

[6] Inicialmente Bártoli era propietaria de 2314 hectáreas, de las cuales el gobierno nacional había expropiado, en 1899,  un total de  958 para la construcción del Puerto Militar. Las 1356 hectáreas restantes, y sobre las cuales se asentaba el pueblo de Punta Alta, eran las tierras que habían estado en litigio con el señor Miguel de la Barra.

[7]La iglesia se estaba construyendo en calle Rivadavia, en el terreno donde actualmente se encuentra el Instituto J.M. Estrada.

[8] Según estimaciones propias de la comisión. En 1906, toda la zona de Punta Alta contaba con tenía 7500 habitantes (Brondolo Margarita y Bazán, Sandra: Geografía de Punta Alta y Partido de Coronel Rosales: el espacio geográfico: potencialidades y restricciones, Bahía Blanca, Universidad Nacional del Sur, 2000, p. 101.

[9] El Comercio, 12 de junio de 1904.

[10] El Comercio, 19 de junio de 1904.

La posesión de la tierra en los orígenes de Punta Alta.

5 pensamientos en “La posesión de la tierra en los orígenes de Punta Alta.

  • junio 28, 2018 a las 4:41 pm
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    Me gustó mucho conocer esta parte de la historia de mi terruño.
    Muy interesante.
    Una vez más, muchas gracias!!!
    Liliana Marchelli

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  • junio 29, 2018 a las 4:38 am
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    Excelente artículo!!!! Hace 64 años q nací en esta querida ciudad y lo desconocía totalmente! Mil gracias

    Responder
  • junio 29, 2018 a las 1:49 pm
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    MUY BUENO Y COMPLETO EL INFORME DE LA HISTORIA DE NUESTRA QUERIDA PUNTA ALTA, MUCHAS GRACIAS .

    Responder
  • junio 29, 2018 a las 1:56 pm
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    VIVO EN CORDOBA CAPITAL, HACE UNOS TREINTA Y TANTOS AÑOS , NACIDO EN PUNTA ALTA A CUAL REGRESO CADA AÑO , AMO MI TIERRA Y POR ESO ME NUTRO SIEMPRE DE LOS INFORMES DE ARCHIVO HISTORICO QUE DESCONOCIA, MI BARRIO ERA Y ES POR SIEMPRE” BARRIO LOS ROSALES “Y ARROYO PAREJA ERA NUESTRO LUGAR DE ENCUENTROS .

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