Ya no nos resulta extraño que cotidianamente veamos en las rutas y calles a los reconocidos motoqueros. Pero hace casi setenta años, los que montaban una Norton, Triumph, AJS ó una JAP eran quienes se reconocían y se denominaban motociclistas. Ellos protagonizan éste relato.

Una noche oscura en el camino cercano a Espora. Se escuchaba un rugido, un trueno distante. Y lo que se revela a la vista es un fenómeno bien diferente: Trece motos y sus jinetes enfundados en camperas de cuero. ¿Quiénes eran? Los muchachos de la Escudería El Pistón de Punta Alta. Los que destacaban en el centro de Punta Alta, primera cuadra de Rivadavia, haciendo rugir los motores a altas horas de la madrugada. Habían pasado algunos meses del golpe de Estado de septiembre de 1955. Y la realidad del momento se les interpuso en el derrotero que los llevaba a presenciar una importante carrera en aquella ciudad bonaerense.  José Vaquero, recuerda el momento a través de la foto que ilustra la nota, donde los motociclistas posan en las ruinas del puente sobre el Quequén Salado volado tiempo atrás por las fuerzas rebeldes:

“Nosotros fuimos a una carrera Tres Arroyos, la carrera Doble Tres Arroyos del Club Quilmes. Después de la revolución (Golpe de Estado de 1955), habían pasado tres, cuatro meses, acá está un puente cuando lo volaron en el ´55. Y quedó ahí. Habíamos hecho un asado y pasamos una noche bárbara. Y a la noche, a la altura de Espora nos pararon. Nos prendieron los reflectores porque había casamatas con ametralladoras y nos querían fusilar. Nos pararon, porque todas éstas motos a la noche… nos encañonaron a la noche y nos pararon y nos dijeron “¿A dónde van ustedes?”. Nos identificamos y le dijimos “Vamos a una carrera de Tres Arroyos… Nos tomaron los datos y todo… Había pasado la revolución, pero estaba pesado el asunto.”

Los motociclistas de El Pistón posando en las ruinas del puente volado sobre el río Quequén salado, 1955. De Izquierda a derecha: Felipe, Gringo Marita, Palmerio, Petele Rodríguez. Abrazados, Saavedra, Raúl Rodríguez, motociclista sin identificar, Vaquero en el medio, Company, Eckert, y el Negro González Y al frente Settembrino.

Vaquero también nos devela la incógnita de la Escudería El Pistón y sus miembros, que se reunieron un año antes para juntar dinero poder comprar una moto JAP, transformando en sede el taller de Nicolás Impollino:

“La armamos nosotros. […]Frente a Crudele. Donde reformaron que hay un bar, que estaba la imprenta Reguito. Rivadavia (47), está la casa igual porque eso era de Monterrubio. […] Hicimos como una peña ahí nosotros, cuando compramos la JAP a Palomo por intermedio del Coco Ilacqua. Palomo era corredor de JAP en Ferrocarril Oeste, compañero del Coco. […] De la escudería unos cuántos éramos. Era una comisión que se había hecho así a los ponchazos. Habíamos hecho un núcleo que nos reuníamos ahí a la noche, a tomar mate, a escuchar a Gardel. […] Al mediodía había una audición de Gardel y nos juntábamos al mediodía a escuchar a Gardel. Y en ese tiempo estaba el Negro Millán, que era la novela y ahí se paraba todo, nos sentábamos todos a escuchar la novela, te hablo del año cincuenti tantos. En el mismo taller. […] Ese era el lugar de estar, todas las motos llegaban ahí, hacíamos quilombo, se enojaban todos del barrio. El viejo Reguito se enojaba, porque nosotros poníamos las motos en marcha a las dos de la mañana, tres y hacíamos un quilombo bárbaro. Éramos trece.”

Preparados para un desfile, con las motocicletas listas frente a la sede de El Pistón, Rivadavia 47. Todavía se observa el cartel de la Imprenta Reguito. Circa 1954. Foto Alejandro Bermejo.

Mención aparte merece “Nicola” Impollino, quien comenzó trabajando en el taller del padre de Hector Santos Ilacqua, “Coco” y más tarde se mudaría al propio, el de la primera cuadra de Rivadavia, siendo reconocido y querido por su amistad y sus innegables cualidades como mecánico.  Nicola fue considerado “algo así como el alma de la escudería”.

Ese fue el inicio de una camaradería que los llevaría, como se reseñó anteriormente, a viajar a presenciar distintas competencias del deporte motor. Y en ese viaje en particular, a la altura de Energía, se dio una oportunidad única de medirse con un auto de Turismo Carretera:

“Yo le dije a Settembrino: “¿Te animás a prestarme la moto?” –“Sí, te la presto.” Y yo “piqué” contra un Turismo Carretera y yo por velocímetros estaba en 190 kilómetros con la HRD de él, que era una joya. Que se la había comprado a Obiol. En ese tiempo corría más la HRD que el auto de Turismo Carretera.”

Frente de la sede del Pistón, que a su vez era el taller de Nicolás Impollino (foto de ángulo inferior derecho). La postal de las motos en la vereda era una cosa de todos los días. Foto de la revista Sobre Ruedas, noviembre de 1954.

En los recuerdos van surgiendo los nombres y las anécdotas de la muchachada: Felipe, el Gringo Marita, Di Bonaventura, Palmerio, Petele Rodríguez, Saavedra, El Negro González, Raúl Rodríguez, Compañy, Eckert, Settembrino, el Negro Albarracín…

“El Negro Albarracín, el hombre que tuvo una radio única a batería en la moto. Se la hicieron, porque el Chiche Suárez, el yerno de Reguito, era “radio” en la Marina. Se hizo una radio en la moto para viajar, con auriculares, en ese tiempo.”

Montados en las motos, los muchachos de El Pistón. Vaquero, quinto de derecha a izquierda. Al centro, octavo, Settembrino con la moto prestada de Obiol. 1955.

Tiempo después se fueron sumando otros aficionados a las motos y las cosas tomaron otra seriedad como demuestra un carnet de El Pistón, propiedad de Antonio Bermejo.

“Bermejo, era enfermero. Y yo y otros le atendíamos la moto. Andaba en moto todo el día. Era enfermero matriculado y Ferreyra también. Ferreyra tenía la BSA 125 en la que se movía.”

Carnet de socio de El Pistón, de Antonio Bermejo.

Los motociclistas de la escudería también tuvieron participación en algunas competencias, llevando a cabo pruebas de destreza y obstáculos entre otras, impulsados y respaldados por la mano de Impollino, que les mantenía los motores a punto y que en una oportunidad, él mismo ganaría una prueba de regularidad representando a El Pistón.

Podemos imaginarnos a través los relatos y las crónicas las largas jornadas en torno a las motos, de los mates de madrugada alentados por las charlas, pasados de mano en mano (engrasadas, claro está) y los olores, los ruidos y el entusiasmo de aquella juventud que hermanados por una pasión en común, se daba el gusto de tomar por asalto las rutas y devorar asfalto por amor a las dos ruedas. La Escudería El Pistón, pese a que no les pueda  gustar la denominación  actual, fue nuestra primera agrupación de motoqueros avant la lettre.

Por Prof. Guillermo Bertinat.

Fuentes:

  • Revista Sobre Ruedas, Nº 45 Noviembre de 1954.
  • Entrevista a José Vaquero, 16 de julio y 29 de agosto de 2019. AHM.
  • Agradecimientos: José Vaquero y Alejandro Bermejo por las imágenes.
Los Motociclistas de “El Pistón”

12 pensamientos en “Los Motociclistas de “El Pistón”

  • septiembre 4, 2019 a las 2:13 pm
    Enlace permanente

    Hermoso recuerdo,un tio mio estuvo en la escuderia,en los desfiles del 2 de julio,recuerdo que desfilaba la escuderia detras de la infanteria de Baterias,a mi tio lo llamaban GATUSO,y tenia una AJS.

    Responder
  • septiembre 4, 2019 a las 3:57 pm
    Enlace permanente

    Fuente citada: “Revista sobre ruedas”. Serán los numeros que guardé desde mi infancia y llevé al Archivo? Me alegra comprobar que ese era mejor destino que guardarlos en mi biblioteca.

    Responder
    • septiembre 5, 2019 a las 2:41 pm
      Enlace permanente

      Hola Silvia, tal cual: son tus revistas, que ya forman parte del acervo documental de la ciudad. Gracias a aportes como el tuyo, se pueden lograr estos trabajos y compartirlos con la comunidad.Nuevamente gracias a vos.Saludos.

      Responder
  • septiembre 4, 2019 a las 6:58 pm
    Enlace permanente

    Muy interesante relato y me parece pertinente para ilustrar un poco más el tema que mi fallecido padre, Angel Alescio era fanático de las motos, a tal punto que había adquirido en 1949 dos Norton nuevas, que fueron armadas en el taller de Ilacqua, con las cuales hicieron mis padres varios viajes a buenos aires, para el año 1955, mi padre que vivía en la calle Murature adquirió una Norton Man, que era un modelo para correr, y que posteriormente vendió, saludos

    Responder
  • septiembre 4, 2019 a las 9:35 pm
    Enlace permanente

    muy buen articulo, tuve la suerte de conocer algunos personajes de esa agrupacion
    tambien fui dueño de un par de motos, una bsa 350 y una royal enfield tambien 350, pero nunca logre comprar la sunbeam 500 del loco ledesma
    muy bueno todo.

    Responder
  • septiembre 4, 2019 a las 10:56 pm
    Enlace permanente

    Me encanta ver que las revistas “Sobre Ruedas”, que conservé por más de medio siglo, sean fuente de una nota tan entrañable para muchos puntaltenses. Sabía que, en manos del Archivo Histórico, serían más valiosas que en mi biblioteca.

    Responder
  • septiembre 6, 2019 a las 6:06 pm
    Enlace permanente

    Excelente historia..tuve la suerte de conocer a Nicola en su taller de Rivadavia..pero desconocia lo demas….

    Responder
  • septiembre 6, 2019 a las 10:12 pm
    Enlace permanente

    Gracias por haber hecho este articulo evocando a ese grupo de gente apasionada x las dos ruedas!!! Hace no mucho estuve investigando sobre el los motoqueros de aquellos años , pero no habia encontrada mucho y les envie un mensaje para alentarlos a considerar el tema. Gracias otra vez!!

    Responder
  • diciembre 14, 2019 a las 12:21 am
    Enlace permanente

    Hola a todos, mi papá, Felipe Di Bonaventura, estuvo en esos encuentros junto a mi tio Palmerio. ellos nos contaban las anécdotas de la época con Albarracín, Vaquero, Nicola Impolino, a Coco Ilacua.
    Grandes y entretenidas anécdotas. Muy buenos recuerdos.

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *