Generalmente se piensa que la historia de Punta Alta comenzó a  partir de 1898 con el ingeniero Luigi Luiggi y los obreros que comenzaron a  trabajar en las obras de la Base Naval. Sin embargo, la realidad es otra.

Barranca Punta Alta, 1897. (DEHN)

Existió historia antes del comienzo de la ciudad, acontecimientos que se sucedieron cuando la costa era una llanura  sin árboles, con médanos, barrancas y salitrales.

La misma que veían, desde comienzos del siglo XIX, los marinos y navegantes que trazaban la ruta desde Buenos Aires y Montevideo hasta Carmene de Patagones o Cabo de Hornos, cuando tenían necesidad de adentrarse en la bahía Blanca. Unos de ellos precisaban reparar sus naves; otros, escapar de algún control, cargados como estaban de mercadería no siempre registrada; algunos, eran loberos que cazaban y faenaban los pinnípedos que abundaban en las islas.

Corte estratigráfico de la barranca Punta Alta dibujado en acuarela a mano alzada por Darwin (manuscrito existente en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, reproducido en www.darwin-online.org.uk ) En el párrafo que figura del lado superior derecho puede leerse: “Sección de Punta Alta. Bahía Blanca. (de alrededor de una milla de extensión, sólo 20 pies de alto: esto está fuera de toda proporción, especialmente la ladera, que desciende más gradualmente” Posteriormente este dibujo sirvió como base al esquema que se reproduce en su libro Geological Observations on South America, publicado en Londres en 1846, página 82, donde detalla la geología del médano y de la barranca. Allí se dice que la barranca tenía “entre veinte y treinta pies de alto” (de seis a nueve metros)

Todos ellos conocieron la bahía antes aún que la cartografía oficial trazara las primeras cartas náuticas. Y pusieron nombres a los accidentes costeros. Uno de ellos, era una punta que se adentraba en el mar, muy visible desde el mar porque en ella había una barranca coronada por un médano: Punta Alta.

A partir de 1828, con la fundación de la Fortaleza Protectora Argentina (posteriormente ciudad de Bahía Blanca), el tráfico de barcos creció y la bahía comenzó a dejar de ser desconocida.

Precisamente en el mes de septiembre de 1832, legó a la boca de la bahía Blanca el bargantín HMS Beagle. Cumplía, por cuenta del almirantazgo inglés, con una expedición cartográfica alrededor del mundo para completar el estudio topográfico de la Patagonia y la Tierra del Fuego, el trazado de las costas de Chile, Perú y algunas islas del Pacífico y la realización de una cadena de medidas cronométricas alrededor del mundo.

Charles Darwin pintado por
George Raymond en 1830.

Comandaba la nave el capitán Robert Fitz Roy y llevaba a bordo a Charles Darwin, por entonces un joven estudiante de Cambridge, que se desempeñaba como naturalista sin retribución en la expedición.

Por carecer de cartas náuticas, Fitz Roy dudaba de penetrar en las aguas de la bahía Blanca, llena de canales, islas y bancos de arena traicioneros. Pero acertó a pasar por allí  James Harris, marino inglés que había sido héroe de la Guerra de la Independencia y que en ese entonces era marino mercante en Patagones. Con su ayuda, el Beagle logró sortear el difícil acceso a la bahía y quedar surto en la zona que sus marinos llamaron Anchor Stock Hill (posteriormente Punta Ancla). Desde allí, parte de la tripulación con Darwin recorren el estuario en botes más pequeños y llegan a la Fortaleza.

Mientras Fitz Roy exploraba en los botes las costas levantando cartas de navegación, Darwin solicitó y obtuvo permiso para quedarse en tierra y gozar, junto a los gauchos, de su actividad favorita: la caza. El 22 de septiembre de 1832  con una partida de caza llegó Darwin a la Punta Alta.

En sus barrancas, que según registró corría perpendicular al mar unos dos kilómetros, recogió por vez primera huesos fósiles.

En la entrada correspondiente a la fecha, anotó en su Diario: “Hicimos una muy placentera navegación por la Bahía con el Capitán y Sullivan. Permanecimos por algún tiempo en Punta Alta, [situada] alrededor de 10 millas del barco; aquí encontré algunas rocas. Estas son las primeras que he visto y son muy interesantes, ya que contienen numerosas conchillas y los huesos de grandes animales. El día era perfectamente calmo; el agua planchada y el cielo no se distinguían separados por el borde de los bancos de lodo; el conjunto formaba un cuadro poco pintoresco”[1].

Según anotó Fitz Roy posteriormente, “la atención de mi amigo fue pronto atraída hacia algunos acantilados cerca de Point Alta (sic), donde halló esos enormes huesos fósiles, descriptos en su trabajo; y pese a nuestras sonrisas al cargar esa aparente basura que frecuentemente traía a bordo, él y su ayudante usaron la piqueta con seriedad, y sacaron lo que probó ser los más interesantes y valiosos restos de animales extintos”[2].

Según escribió el bisnieto y biógrafo del naturalista, Richard Darwin Keynes, el 22 de septiembre de 1832 fue un día memorable para la biología, ya que señala la primera de las múltiples evidencias que llevarán a Darwin a cuestionar la doctrina de la inmutabilidad de las especies

Al día siguiente, 23 de septiembre, Darwin volvió a Punta Alta. Con su ayudante personal, Syms Covington, excavaron escrupulosamente las barrancas y los médanos costeros, y encontraron lo que buscaban. Fueron estos hallazgos una mandíbula inferior, un tarso y metatarso de un animal desconocido (posteriormente, en Cambridge, el profesor Richard Owen lo identificaría como un megaterio) y restos de un armadillo gigante extinto.

Mientras el bergantín británico permanecía fondeado a la altura de Punta Ancla,  el 25 de septiembre volvió Darwin a la Punta Alta siempre en búsqueda de fósiles: el sitio, evidentemente, era de su interés y volvía a él siempre que se le presentaba oportunidad.

El 1º de octubre el Beagle comenzó a hacer diferentes marcaciones en tierra para facilitar el acceso a la bahía. Recorrió la costa entre Arroyo Pareja y Monte Hermoso. (que no es el balneario sino el  paraje Las Rocas, a cinco kilómetros al oeste de Pehuen Co) .

En momentos en que el barco recorría la costa, Darwin volvió al menos dos veces más a Punta Alta: el 8 y el 16 de octubre, tal era la fascinación que le causaba el yacimiento.En su recorrido por la zona Darwin realizó importantes hallazgos, no sólo relacionados con la paleontología sino también con la botánica, al descubrir una nueva especie para la comunidad científica: se trata de la planta posteriormente bautizada como Neosparton darwinii (“nueva retama de Darwin”), especie vegetal endémica de Pehuen Có, único lugar en el mundo donde crece y se desarrolla.

El Beagle partió a Buenos Aires para aprovisionarse convenientemente y luego recorrer las costas de la Patagonia y Tierra del Fuego El  el 3 de agosto de 1833 la nave inglesa llegó a la desembocadura del río Negro y fondeó en Patagones. El Beagle posteriormente navegó nuevamente a Bahía Blanca, pero Darwin quiso hacer el trayecto por tierra, a caballo. Llegó a Bahía Blanca antes que el Beagle. Entonces el 22 de agosto Darwin se encaminó nuevamente a Punta Alta. “Cansado de no hacer nada, contraté al mismo guía y comencé por Punta Alta, que no está tan distante y permite una buena vista de la bahía(..) Punta Alta es el lugar donde el año pasado encontré numerosos huesos. Usé la tarde para buscar más y marcar los lugares”[3].

Pocas veces en el viaje fue dos veces a un mismo lugar, lo que  señala el valor que le asignaba al sitio. Al día siguiente, 23 de agosto, buscó y halló osamentas.

El 24 de agosto el Beagle arribó a la boca de la bahía Blanca, pero Darwin prefirió ir por tierra hacia Buenos Aires, en compañía de un contingente de gauchos. Antes, durante tres días, el 29, 30 y 31 de agosto de 1833, regresó a la Punta Alta para despedirse definitivamente de nuestra zona. Del total de 65 días que permaneció en la bahía Blanca en sus dos viajes (septiembre de 1832 y agosto de 1833), alrededor de 45 los pasó en lo que hoy es el partido de Coronel Rosales.

Por Prof. Luciano Izarra.

[1]Darwin Keynes, Richard (Ed): Charles Darwin’s Beagle diary, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, p.106

[2] Cit. por Darwin Keynes, Richard (Ed): Charles Darwin’s Beagle diary, p. 106

[3] Darwin Keynes, Richard (Ed): Charles Darwin’s Beagle diary, pp. 175-176

Charles Dawin en Punta Alta

Un pensamiento en “Charles Dawin en Punta Alta

  • septiembre 18, 2017 a las 3:54 pm
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    Seguramente hay mas restos palenteologicos en la zona y hoy se pueden descubrir con los medios actuales.Muy interesante para trabajar el estudiante del tema.

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